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El Mal de Altura. Dos Enfermedades Independientes

08-04-2014  ¦  Biolaster

La enfermedad aguda de montaña (EMA) o mal de altura es un problema común entre las personas que se desplazan a lugares a gran altitud y puede evolucionar en una minoría de casos hacia un edema pulmonar y cerebral potencialmente mortal.

El Mal de Altura. Dos Enfermedades Independientes



Se desarrolla al ascender rápidamente a altitudes elevadas. La EMA generalmente se desarrolla a las 6-12h de haber alcanzado una altitud crítica y llega a su punto álgido a las 24h aproximadamente. Aunque hay constancia de algunas incidencias a alturas tan bajas como los 1000m, lo normal es que se experimenten a partir de los 3000m.

Durante más de 20 años, la enfermedad ha sido diagnosticada utilizando una puntuación de síntomas llamada “consenso de Lake Louise”

Los síntomas más comunes asociados a esta enfermedad incluyen, náuseas, vómitos, fatiga y trastornos en el sueño entre otros y si no se trata debidamente puede dar lugar a episodios más graves y peligrosos.

En el diagnóstico, se atribuye un mismo peso al dolor de cabeza, trastornos del sueño, fatiga y mareos

Se cree que hay diferentes mecanismos fisiopatológicos que subyacen detrás de los dolores de cabeza y los trastornos del sueño durante la exposición aguda a la altura.

Por lo tanto, estos síntomas no pueden permanecer juntos como un solo síndrome.

Usando una nueva escala analógica visual (EAV), un grupo de investigadores británicos ha tratado de llevar a cabo una exploración sistemática de la sintomatología de la EMA utilizando un enfoque imparcial, basado en datos, originalmente diseñado para el análisis de la expresión genética.

Se recogieron las puntuaciones de los síntomas de 292 sujetos durante 1.110 pacientes- día a altitudes entre 3.650m y 5.200m durante expediciones a cimas de Bolivia y al Kilimanjaro

Se identificaron consistentemente tres patrones distintos de síntomas. Aunque la fatiga es un hallazgo ubicuo, las alteraciones del sueño y el dolor de cabeza se muestran frecuentemente el uno sin la otra.

El patrón común de los síntomas fue el de la alteración del sueño y la fatiga, con un menor grado o ausencia de dolor de cabeza.

Entre los sujetos que mostraron un dolor de cabeza severo, el 40% no informó de trastornos del sueño. Los trastornos del sueño se correlacionan pobremente con otros síntomas de la EMA.

Estos resultados desafían el paradigma aceptado de que la EMA es un proceso de una sola enfermedad y describen al menos dos síndromes separados que ocurren en las mismas personas en un tiempo similar tras el ascenso agudo a gran altitud.

Los científicos indican que los escaladores y esquiadores que sufren esta enfermedad potencialmente mortal podrían ser tratados más eficazmente desde esta nueva perspectiva y que el estudio de estos síndromes de forma aislada, facilitara la comprensión de las causas de cada uno y se podrán probar nuevos tratamientos

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