Ventajas y posibilidades del uso combinado de los valores de PCR y CK en el diagnóstico, valoración y control de la fatiga y daño muscular en deportistas de élite
En el ámbito del deporte de alto rendimiento, la prevención de lesiones y la optimización de la recuperación son prioridades fundamentales. El uso de marcadores bioquímicos permite monitorizar el estado fisiológico de los atletas, especialmente en lo que respecta al daño y la fatiga muscular. Entre estos biomarcadores, la creatina quinasa (CK) y la proteína C reactiva (PCR) destacan por su utilidad complementaria cuando se utilizan de forma conjunta.
La CK es una enzima intracelular que se libera al torrente sanguíneo cuando se produce daño en las fibras musculares. Su concentración se eleva tras esfuerzos intensos o excéntricos, siendo un indicador sensible del grado de estrés mecánico al que se ha sometido la musculatura. Sin embargo, presenta una alta variabilidad interindividual, lo que puede dificultar su interpretación cuando se utiliza de forma aislada.
Por su parte, la PCR es una proteína de fase aguda producida por el hígado como respuesta a procesos inflamatorios. A diferencia de la CK, su elevación no está directamente vinculada al daño estructural muscular, sino a la respuesta inmunitaria e inflamatoria del organismo frente a dicho daño. Su cinética de aparición y descenso es más lenta que la de la CK, reflejando procesos más sostenidos o acumulativos.
El uso combinado de CK y PCR permite obtener una visión más completa del estado del deportista. Mientras que la CK informa sobre la magnitud del daño muscular agudo, la PCR permite valorar si dicho daño ha generado una respuesta inflamatoria significativa, lo cual puede ser indicativo de una carga excesiva o de una recuperación insuficiente.
Diversos estudios han demostrado que los deportistas que presentan elevaciones sostenidas de CK y PCR están en mayor riesgo de sufrir lesiones por sobreentrenamiento, especialmente si estos valores no descienden tras periodos de descanso. Su monitorización sistemática permite detectar precozmente estados de fatiga crónica o de inflamación persistente, permitiendo ajustar la carga de entrenamiento de forma individualizada.
Además, estos marcadores pueden emplearse para evaluar la eficacia de intervenciones de recuperación, como la crioterapia, el masaje, la nutrición específica o la periodización del descanso. Disminuciones más rápidas de la CK y la PCR tras una intervención pueden considerarse indicadores de su efectividad.
En deportes de calendario denso, como el fútbol profesional o el ciclismo, el seguimiento de CK y PCR permite a los cuerpos técnicos tomar decisiones objetivas sobre la rotación de jugadores, prevenir recaídas tras una lesión o programar el retorno progresivo a la competición.
Cabe señalar que la interpretación de estos marcadores debe hacerse siempre en el contexto del historial del deportista, su perfil fisiológico individual y las características del esfuerzo realizado. Por tanto, se recomienda establecer valores de referencia personalizados y considerar otros indicadores complementarios, como la percepción subjetiva de fatiga, la frecuencia cardíaca en reposo o el análisis de la variabilidad de la frecuencia cardíaca (HRV).
En resumen, el uso conjunto de los valores de CK y PCR proporciona una herramienta valiosa y económica para el control del entrenamiento y la prevención de lesiones en el deporte de élite. Su implementación permite una gestión más precisa de las cargas, una planificación individualizada y una recuperación más eficiente, contribuyendo al rendimiento sostenible del atleta a lo largo de la temporada.
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