REHABILITACIÓN DE TOBILLO
Como en cualquier articulación, la rehabilitación del tobillo pretende tres objetivos:
Tratamiento de la lesión Recuperación de la movilidad Recuperación de la función articular
El protocolo rehabilitador variará en función de la lesión original y su tratamiento.
Lesión de partes blandas
Úlceras, quemaduras Tendinitis Esguinces de grado I, II y III en cualquiera de los ligamentos principales (lateral externo, deltoideo o sindesmal) Luxaciones
Lesiones óseas Fracturas de maleolo interno, externo o bimaleolares Fracturas de astrágalo Fracturas del pilón tibial
Lesiones por inmovilización prolongada aunque el foco lesivo no esté en el tobillo, como fracturas tibiales, de rodilla, etc.
Superada la primera fase del tratamiento, conservador o quirúrgico, de cualquiera de estas lesiones, hemos de abordar las diferentes fases del tratamiento rehabilitador comenzando por la mejora y, de ser posible, recuperación del estado previo de piel, tejido subcutáneo y partes blandas.
Cura y tratamiento de las heridas y cicatrices Tratamiento antiinflamatorio Drenaje linfático
Recuperación de la movilidad articular
Movilización pasiva con movimientos suaves y repetitivos en arcos progresivamente mayores, ganando grados a la rigidez. El trabajo del fisioterapeuta se puede completar con trabajo personal del paciente utilizando diversos medios de tracción, como una cincha que, colocada bajo la planta del pie, permita tirar del mismo forzando la flexión dorsal.
Movilización activa con tablas de ejercicios que fuercen la flexo-extensión y la prono-supinación
REHABILITACIÓN DE LOS ESGUINCES DE TOBILLO
Son lesiones que se producen por distensión y diferentes grados de rotura de los ligamentos del tobillo, forzados más allá de sus límites de resistencia. Ocurren en cualquier situación de torsión en la vida cotidiana pero su frecuencia aumenta en relación con la actividad deportiva. La mayor incidencia se da por tanto en la población entre 15 y 19 años de edad. Influyen algunos factores predisponentes:
Tipo de deporte. Es mayor su incidencia en deportes en carga y salto, como el baloncesto o balonmano, algunas especialidades atléticas, gimnasia en sus diferentes modalidades, fútbol, etc.
Constitución anatómica con desviaciones de ejes como el talo varo y una laxitud articular generalizada.
A medida que se repiten los episodios de torsión, los ligamentos son cada vez menos consistentes y el esguince se produce con gestos cada vez más simples. También es cierto que las consecuencias inmediatas se hacen menos importantes. Después de varios esguinces de tobillo, ya no se inflama tanto ni duele como en el primer episodio.
El tratamiento es generalmente conservador. Se inmoviliza la articulación con una escayola si así lo aconseja la gravedad del esguince o, en casos más leves, con un vendaje funcional que permita mantener un rango mínimo de movimiento. Después de retirar la inmovilización, comenzará la deambulación en carga parcial con muletas. Si el paciente cuenta con el acceso a instalaciones con piscina, es muy interesante completar esta fase con ejercicios en el agua, marcha y carrera con el pie sumergido.
La rehabilitación comienza por el tratamiento fisioterápico de la inflamación, con drenaje linfático, masaje gradual y diversos tipos de terapia física como la aplicación de ultrasonidos.
Para recuperar la función, se recomienda realizar ejercicios isométricos de los músculos peroneos. Después, ejercicios concéntricos y excéntricos de los extensores de los dedos y eversores del pie.
Se utilizan diversos sistemas de ejercicios contra resistencia, como bandas elásticas atadas al pie repitiendo series de 10 a 20 ejercicios, realizando al final de cada uno una contracción muscular mantenida de 10 segundos.
Finalmente, se utilizan diversos sistemas de movilización activa, potenciación muscular y estimulación de la propiocepción. Las clásicas tablas de Freman y Bohler han sido mejoradas con el Pielaster, diseñado y fabricado por Biolaster. Recomendamos consultar en nuestra página la información referida a este innovador sistema que remeda de una forma natural todos los movimientos del tobillo, sobre todo los extremos, y consigue sin gran esfuerzo mejorar las condiciones de propiocepción y consistencia muscular que evitarán nuevos esguinces.
El proceso de rehabilitación tras un primer episodio se prolonga habitualmente hasta la sexta semana. En episodios posteriores, aunque se producen con mayor facilidad, las consecuencias son menores y este período, más corto. En cualquier caso, hemos de insistir en la necesidad de ejercicios constantes como medida eficaz de prevención y seguir medidas de protección que dicta el sentido común, como calentamiento antes del ejercicio, sujeción con vendajes o tobilleras, etc.