El Giro de Italia toma forma

En dos días el Giro de Italia se ha perfilado como no lo había hecho en las dos semanas anteriores. Como es habitual, una crono de una distancia considerable (34 kilómetros) ha servido para definir la virtudes (pocas) de algunos, y destapar la deficiencias (muchas), de la mayoría de los corredores que luchan por la general. Y, en ésta ocasión, también ha acompañado, ya era hora, una etapa de montaña, la de Piancavallo, arrojando diferencias nada despreciables. Y así las cosas, en esa clasificación repleta de jóvenes que se quieren abrir paso (Almeida, Hindley, Geoghegan Hart, McNulty), y veteranos que pretenden coger el último tren (Majka, Nibali, Pozzovivo, Fuglsang), quién ha asomado la cabeza con más fuerza es un holandés llamado Wilco Kelderman, que está aprovechando como nadie la falta de liderazgo que está sufriendo la carrera italiana, aunque en este Giro, nadie es de fiar, y menos con la traca final que queda. 

Hindley tirando de Kelderman

De Kelderman hay más cosas positivas en el pasado que en el presente, aunque toda su carrera ha estado impregnada de un color, más bien grisáceo. En su segundo Giro de Italia, con 23 años, logró un meritorio séptimo puesto que hacía albergar ciertas esperanzas de cara a un futuro que no ha podido cumplir como se esperaba. Le ha faltado calidad y entidad para ser un líder sólido, sobre todo en el Tour de Francia, carrera que le ha quedado grande en todos los aspectos. Pero, ahora, una vez rozado el podium en la Vuelta a España (cuarto) hace tres años, y sin que nadie le haya pedido ni esperado nada, está mostrando una mejor versión que cuando pedaleaba con más brío pero con menos regularidad. De todas formas y pese a contar con cierta ventaja en la general, cualquier día podría dar un susto, porque un líder que no es capaz de salir del regazo de uno de sus gregarios, por bueno que éste sea, tampoco ofrece excesivas garantías. En Piancavallo, la gran parte del mérito de lo logrado por el Sunweb hay que otorgárselo al joven Jai Hindley, un chico australiano de 24 años que hizo una extraordinaria subida que habla más a su favor que a la de su líder. 

Del resto de corredores poco se puede esperar, por diferentes motivos. Lo normal será que las pequeñas grietas que se han abierto vayan aumentado según se superan las dificultades, que son muchas en ésta última semana. El bravo Joao Almeida, líder aún, puede sufrir de golpe toda la presión que lleva acumulando desde el Etna. Pello Bilbao bastante está haciendo con mantenerse donde está teniendo en cuenta que es el único que disputó el Tour de Francia, vaciándose en muchas etapas en favor de Mikel Landa. Lo lógico sería que el peso de tanto esfuerzo le pase factura el día menos esperado y nada se le podrá reprochar. Majka y Pozzovivo no suponen una amenaza real porque nunca lo han sido y sería muy extraño que lo fueran ahora. Tampoco confío, esta vez, en la sabiduría, astucia e interpretación única de Vincenzo Nibali, cualidades todas ellas que carecen de importancia si no van dirigidas por una abundante capacidad física, que en esta ocasión no parece contar el más querido de los italianos. Para Nibali, este Giro puede marcar un punto de inflexión que marcará el final de su carrera. Y que nadie espere nada de Fuglsang, un corredor muy bueno en pruebas de una semana y clásicas de un día, pero errático en carreras más prolongadas. Ya no existen excusas para tantos fracasos. 

Geoghegan Hart, ganador en Piancavallo

Al único que tendrán que vigilar de cerca el Sunweb y Kelderman, será al semidesconocido (para el gran público) Geoghegan Hart, un ciclista que comenzó de forma nefasta el Giro (cedió más de dos minutos en la primera crono y más de dos y medio en el Etna) pero que se ha visto involucrado en una dinámica muy positiva en las últimas etapas (sexto en Roccaraso, cuarto en Monselice y ganador en Piancavallo) que lo convierten en una amenaza peligrosa más por lo desconocido que por lo conocido. Nadie sabe donde puede estar su límite, ni su forma de interpretar y actuar en carrera, algo muy propicio para desenvolverse con soltura en la anarquía que es el Giro de este año.