Un mar de dudas

Es curioso, pero en este Giro de Italia no alcanzo a responder una sola pregunta de las mil que tengo. Estoy hecho un lío, creo que como el mismo pelotón o al menos como muchos de los equipos y corredores. Ya no sé quién está en forma y quién no, quien está en condiciones de ganar la carrera y quien se puede ir despidiendo de ella. Desconozco si la mitad del pelotón se va a retirar antes de tiempo o habrá que decretar amnistía para todos los que lleguen fuera de control en la etapas más duras, que según parece no serán pocos.

Me centraré en lo más importante, que es la general. En la primera llegada en alto, han destacado sobre todo las debilidades de no pocos corredores. Ninguno de los líderes que ha tenido la carrera han sido capaces de honrar el maillot rosa. Phinney, abandonado por su equipo y preso de un nerviosismo excesivo, no duró lo que debía. Navardauskas, que el día de Porto Sant Elpidio pillo un incomprensible pajarón a casi 100 kilómetros de meta, menos. Y Malori, que lo cogió de prestado, ha aguantado menos que un caramelo en el patio de un colegio.
Pero lo grave es que los supuestos hombres fuertes parecen aquejados de un mal similar. Ivan Basso y su equipo se han pasado la primera semana controlando los movimientos hasta de los motoristas, un exceso que no tiene lógica. Entiendo que en aquellas etapas que hay mucho nerviosismo en el pelotón, los líderes de su categoría deben evitar riesgos rodando en cabeza protegidos por sus compañeros, pero de ahí a tomar las riendas en etapas que no ha habido nada en juego dista un abismo, y me parece un esfuerzo baldío y, a la larga, contraproducente. Y cuando llega un final en alto, un puerto de segunda, largo y tendido, sin apenas complicaciones para los grandes, Basso siembra las mismas dudas con las que acudió a la salida de Dinamarca. De Kreuziger se puede decir algo parecido.

Scarponi y Joaquín Rodríguez han tenido un comportamiento más racional y creo que siguen siendo los hombres más fiables para la victoria final aunque ahora parece que deberán superar la inesperada visita de Frank Schleck, que hoy ha estado a la altura de los mejores. Recordemos que Alberto Contador acudió al Giro de forma inesperada en 2008 y lo ganó. Nibali, sustituyó a última hora y también de improvisto a Pellizzotti en 2010 y fue tercero. ¿Repetirá al luxemburgués algo similar?. No lo sé. Soy un mar de dudas.

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