Hambre de revancha

Como todos años al inicio de temporada, un optimismo desorbitado impregna los discursos de unos y otros expandiendo por doquier una sensación de esperanza que el tiempo y los resultados  se encargarán de juzgar. Todo el mundo habla de nuevos objetivos aún sin materializar, de ilusiones renovadas por lograr eso que a punto se estuvo en el pasado, o de ratificar todo lo bueno conseguido en la temporada ya lejana. Se han realizado, o no, cambios en la preparación, en la dieta, el descanso, la mentalización, el material, el equipo, la postura, el entrenador y otros muchos factores con el objetivo de mejorar eso tan complicado que se llama rendimiento, que con el permiso de la suerte, es el factor fundamental para obtener los resultados que se persiguen. 

Casi todo el mundo parte de cero, con esa sensación dubitativa de desconocer lo que deparará la nueva temporada. Algunos eso sí, los que más éxito han tenido en la temporada pasada, se han puesto el listón tal alto que no será tarea fácil sobrepasarlo, una situación que conocen no pocos corredores y que afrontarán la nueva campaña con hambre de revancha para situarse, de nuevo, en la categoría que un día tuvieron y perdieron por diferentes motivos. 

Gilbert sueña con San Remo, el monumento que le falta

Philippe Gilbert afronta su vigésima temporada como profesional, la última oportunidad para despedirse como lo que ha sido, un gran ciclista, recuerdo que está quedando muy atrás porque su última victoria data ya de 2019, y fueron dos etapas en la Vuelta a España. Ganador de etapas en las tres grandes, destaca aún más por ser, de momento, el único aspirante a tener los cinco monumentos, algo que solo acreditan tres corredores: Rik Van Looy, Eddy Merckx y Roger De Vlaeminck.

Gilbert sueña con ganar San Remo,  su principal objetivo de la temporada, y entrar con todos los honores como uno de los mejores clasicómanos de todos los tiempos. Sabe que el propósito es harto difícil, porque lo máximo que ha podido alcanzar en la Clasiccisima  han sido dos terceros puestos, logrados en 2011 y 2008 cuando tenía los colmillos más afilados que en la actualidad. Pondrá todo de su parte, sobre todo la experiencia, argumento ineficaz si no va acompañado de un gran rendimiento. 

Pese a ser su objetivo primordial sabe perfectamente que el mundo no se acaba en San Remo, pero acaba de declarar que no quiere ningún homenaje ni ramo de flores en las salidas o llegadas de las carreras por el hecho de ser el año de su despedida, lo que quiere es ganarse el ramo en la carretera. 

Peter Sagan dispuesto para la grandes clásica del pavés

Cuando uno ha ganado tanto, tan bueno y de una forma tan espectacular, como Peter Sagan, cualquier desliz en el rendimiento se nota una barbaridad. Seguramente es lo que ocurre con el ciclista más carismático del pelotón. El tricampeón del Mundo, que se dice pronto, siempre ha sido examinado con lupa y por ello sus dos últimas temporadas no pasan la prueba del algodón, pese a lograr dos victorias de etapa en el Giro. A Sagan siempre se le pide más y sobre todo lo harán ahora en Francia, dado que su equipo lo ha fichado, según palabras del propio mánager del equipo Jean René Bernaudeau, para ganar un monumento, algo que no lo hace desde 2018 año en que ganó de forma impresionante la París-Roubaix, su última gran victoria en una carrera de un día.

Con el eslovaco nada se puede descartar porque ya se repuso de una situación similar el año 2016. Venía de ser el corredor más laureado del pelotón con 22 triunfos en 2013, que cayeron más de un tercio una temporada después, y un año más tarde, en 2015, pensó incluso en la retirada por una lesión de rodilla que, tan presionado, cayó en el sobre entrenamiento y no pudo enderezar su carrera hasta liberarse con su primera victoria en el Campeonato del Mundo. 

La escasez de resultados y las deficiencias en su puesta a punto, están siendo mucho más notorias en ésta segunda época, pero pese a haber caído recientemente por segunda vez en las garras de la Covid, dice estar muy motivado para las grandes clásicas del pavés. 

Van Avermaet sigue soñando con Flandes

Como buen flamenco, Greg Van Avermaet tiene una carencia en su palmarés que le carcome por dentro: el Tour de Flandes. Pese a haber ganado la París-Roubaix, los Juegos Olímpicos, dos etapa del Tour de Francia, y la mayoría de las clásicas belgas con pavés, sigue sin el monumento más deseado para un flamenco, una auténtica obsesión para el ciclista del AG2R. No hay una sola edición en la que no haya sido protagonista y ha estado cuatro veces en el podium, pero nunca ha podido llegar a rematar. La única carrera que se salva de su nefasta temporada pasada, es, cómo no, el Tour de Flandes, que finalizó, una vez más, en tercer lugar. Desde esa carrera no levantó cabeza, y según declaró, jamás estuvo tan bajo desde que subió a profesionales. 

Lo positivo de todo ello, es que cree haber descubierto las razones. Según sus propias manifestaciones en una entrevista reciente, está convencido que lo que le impidió rendir en verano fue la segunda dosis de la vacuna covid que se administró poco antes de la Dauphiné y por ello ha decidido no ponerse la tercera dosis hasta bien pasada la temporada, “no quiero cometer el mismo error”, ha declarado. Además, terminó tan fatigado y angustiado la temporada pasada que se cogió dos semanas más de descanso para recargar el cuerpo, recuperarse por completo e iniciar ésta última temporada con contrato con el equipo francés con el firme propósito de cumplir su sueño, ganar el Tour de Flandes. 

Naesen cayó en el sobre entrenamiento

Si hay un claro ejemplo de las nefastas consecuencias que tiene el sobre entrenamiento, ese es Oliver Naesen, un ciclista que vio en 2021 amputado de cuajo la progresión que venía demostrando en los últimos años. No es que sea un corredor ganador o rematador, pero es que en 2021 no logró ningún podium, un triste dato que no había estrenado desde su debut en profesionales en 2015.

En octubre reconoció en una entrevista en el diario flamenco Het Nieuwsblad, que el único error que cometió durante toda la temporada fue el exceso, un total abuso de kilómetros y de intensidad. Al ver que los resultados no acompañaban se empeño en redoblar los esfuerzos y no permitir a su cuerpo una mínima recuperación, táctica que le llevó a una fatiga crónica que no supieron detectar a tiempo ni el corredor ni su equipo, que no pudo contar con un corredor muy valioso.

Este año nadie le pedirá ganar una grande ni una pequeña clásica, pero debería jugar un papel importante en todas ellas. 

Geoghegan y Hindley unidos por el destino

Una sola temporada ha sido suficiente para ver que el traje rosa que se ganó en el Giro de Italia de 2020, le queda demasiado grande. Tao Geoghegan no pudo corroborar el enorme potencial que demostró en tierra italianas hace dos temporadas y ni tan siquiera tuvo un papel relevante en labores de menos importancia. Es cierto que tuvo dos caídas importantes, una en París-Niza y otra en la primera etapa del Tour de Francia. Sin menospreciar las consecuencias de las mismas, no parecen suficiente argumento para justificar una temporada que pasó sin pena ni gloria, con muy poca aportación para el equipo, que seguro esperaba mucho más de un corredor con unas dotes de las que no se puede dudar. Dicen que es un corredor muy sensato que siempre ha mirado más por su rendimiento que por los resultados, y ha solido declarar que siempre ha aprendido más de los errores que de las victorias. Por tanto, seguro que ha tomado nota del año pasado para subsanarlos en ésta nueva campaña. 

Es curioso observar como en el corto periodo de tan solo un año, el destino ha ligado tan estrechamente al protagonista anterior con el siguiente. Tao Geoghegan y Jai Hindley estuvieron unidos en el éxito del Giro de Italia de 2021 así como en el desastroso año pasado. Aunque con matices, las temporadas de ambos han tenido una conexión a través de los percances. 

El apartado de caídas e incidentes del ciclista australiano está lleno. De las seis vueltas que inició, tan solo terminó dos. En la Volta a Cataluña, tras haber pasado totalmente desapercibido en la etapa con final en Vallter 2.000, enfermo, se retiró en la de Port Ainé. Al no haber podido finalizar la carrera catalana, decidió afinar su forma para el Giro de Italia en el Tour de los Alpes, carrera que tampoco pudo finalizar por una caída. Su Giro de Italia fue una auténtica tortura por dos motivos, siempre estuvo muy lejos de los puestos de honor, y, según declaró, nunca pudo fijarse adecuadamente encima de su sillín y decidió arrojar la toalla en la 14ª etapa con final en Zoncolan, ideal para exhibir sus cualidades de escalador ligero. Para terminar de destrozar su temporada, una caída en la Vuelta a Eslovaquia le provocó una rotura de clavícula y dio por finalizado un año para el olvido. 

A todo esto hay que añadir las tensiones que tuvo con su equipo, siempre muy rígido en lo que respecta al funcionamiento interno. Por lo visto, Hindley estuvo negociando con diferentes equipos recién iniciada la temporada. Se habló del Trek-Segafredo y más tarde el Bora-hansgrohe, equipo que finalmente se hizo con sus servicios por tres temporadas, tiempo suficiente para demostrar lo que vale verdaderamente.  

Bennett dispuesto a morder lejos de Quick-Step

Por muy rápidos que sean Sam Bennett, Fernando Gaviria, Elia Viviani y Nacer Bouhanni no han podido esquivar una temporada que se presta al olvido y a la reflexión. El esprinter irlandés ha debido de aprender que el rival más duro no siempre procede del pelotón, en su caso ha sido el mánager de su propio equipo, Patrick Lefevere, con quien tuvo una guerra abierta desde que en Mayo dejó de correr supuestamente por una lesión de rodilla que se produjo durante un entrenamiento, un affaire que nunca ha estado muy claro. Hasta la fecha Bennett llevaba contabilizados 7 triunfos, tantos como en toda la temporada anterior, aunque no de la misma envergadura dado que logró 2 etapas en el Tour de Francia, su estreno en cuanto a victorias en la ronda francesa. Desde ese momento algo se rompió en su relación y más que la lesión parece que fueron las negociaciones que emprendió para volver al Bora-hansgrohe, algo que se materializó al poco tiempo aunque no se hizo oficial hasta final de temporada. Bennett, escudado en su lesión, no corrió más que para garantizarse el pago de su contrato, algo que también estuvo en riesgo por el largo periodo de inactividad. Lefevere, por su parte, le dedicó una retahíla de críticas para intentar hundir al ciclista sabedor que su debilidad radica en el aspecto psicológico. Con ganas de olvidar ese pasado reciente, Bennett se presta a encauzar el rumbo a cobijo del Bora-hansgrohe que ya le ha asegurado su participación en el Tour de Francia. 

Viviani intentará recuperar fuerza en el Ineos

Aunque la temporada pasada de Elia Viviani fue mucho más prolífica que la de Fernando Gaviria, ninguna de las siete victorias del italiano estuvieron a la altura de su pasado ni de su contrato, pagado como una estrella por el Cofidis, que no dudo en tildar como fiasco su fichaje. El mánager del equipo, Cedric Vasseur, también dio alguna clave para argumentar su nefasto rendimiento. Declaró que desde el inicio de temporada estuvo arrastrando un sobrepeso poco justificable para un corredor profesional y que fue un lastre del que no se pudo desprender durante todo el año. Veremos de lo que es capaz ahora en el Ineos, que nunca ha sido una gran escuadra para esprinters.

Gaviria, un rockstar

Algo similar podrían aducir los responsables del UAE sobre Fernando Gaviria, que según apunta gente que conoce el tema, el colombiano ha estado viviendo más como un rockstar que como un ciclista profesional. El ciclista que nada más debutar en el campo profesional se hizo con tantos elogios que incluso se llegó a decir que sería capaz de lograr los cinco monumentos, de momento no cuenta con ninguno, y su número de victorias ha ido decreciendo hasta quedarse casi sin ninguna (el año pasado sólo logro una). Confiados aún de su valía, el UAE renovó su contrato pero aún no le han garantizado su participación en ninguna de las tres grandes vueltas. De él depende que se lo merezca. 

En otros casos, no ha sido la falta de profesionalidad el motivo para una productividad escasa, sino una fuente inagotable de lesiones físicas que han derivado en problemas incluso psicológicos. Hay dos ejemplos muy claros, Bob Jungels y Laurent De Plus.

Jungels dispuesto a brillar

El luxemburgués abandonó el Deceuninck-Quick-Step en 2020 en busca de un protagonismo y liderazgo que no disfrutaba en el equipo belga, para recalar en el AG2R francés que le otorgó galones de líder para las vueltas de una semana y las vueltas grandes. No ha podido cumplir ninguna de las expectativas. Nada más iniciar la temporada reconoció tener unos problemas de espalda, por lo que se vio obligado a cambiar las medidas sobre la bicicleta e incluso las medidas de las calas del pedal. A la semana, en la Amstel, se cayó y sufrió una conmoción teniendo que renunciar a la Flecha Valona y la Liege-Bastogne-Liege, el diamante más brillante en su palmarés. 

En junio adelantó que sufría una endofibrosis que afectaba a su artería ilíaca y que tendría que renunciar al Tour de Francia y someterse a una intervención quirúrgica, operación que dio lugar tras finalizar el Tour de Suiza, y no pudo reaparecer hasta septiembre en la vuelta a su país natal. Jungels ha reconocido haber sufrido más mentalmente que físicamente porque se ve un corredor ganador, algo que intentará demostrar éste año. 

Laurent De Plus, por su parte, maravilló de tal forma en cada puerto de 2019 que fue uno de los grandes fichajes del Ineos para la temporada pasada arrebatándole al Jumbo-Visma uno de los corredores con más futuro para las grandes vueltas, más, en principio como corredor de apoyo que como líder, aunque el equipo británico también quería educarlo para esos combates. Nada se ha cumplido por culpa de problemas físicos. Tras la Vuelta al País Vasco de 2021, se sentía tan abatido que para lo único que se sentía capacitado era para tumbarse a ver la televisón. Pese a ello siguió entrenando hasta que cayó en el sobre entrenamiento y una fatiga crónica debido a una infección viral de la que no se ha podido recuperar hasta este invierno. De Plus tiene aún contrato en vigor para dos temporadas, tiempo suficiente para demostrar que aquella victoria en el Tour del Benelux en 2019 y sus ritmos agotadores en los puertos del Tour de Francia no fueron flor de un día. 

Landa, serio y preocupado

Tampoco debe estar muy satisfecho con la temporada 2021 Mikel Landa, un corredor llamado a grandes empresas, aunque de momento se ha tenido conformar con pequeñas, la victoria en la Vuelta a Burgos en 2021. La caída en la quinta etapa del Giro de Italia truncó una temporada que ya nunca más se enderezó del todo. La lesión fue seria: clavícula y cinco costillas rotas, que requirieron de intervención quirúrgica y un periodo de reposo que le impidió correr el Tour, su otro gran objetivo. La única forma de arreglar la temporada era la Vuelta a España, y su victoria, la segunda, en la ronda burgalesa despertó una ilusión especial siempre presente entre sus seguidores. Lo tenía todo a favor. Un equipo que podría considerarse revelación de la temporada por el cúmulo de éxitos inesperados, ninguna muestra de presión por parte del mismo, y unos distinguidos escaladores dispuestos todos ellos a ofrecerle los medios para exhibir esa magia que solo poseen los artistas. No hubo paloma en la chistera en esta ocasión. 

Landa no se puede quejar de falta de confianza ni por parte del equipo, que le ha renovado por otras dos temporadas, ni por el apoyo que recibe de la afición, incondicionales hasta el infinito. Ahora es el momento de cumplir con las expectativas que lleva suscitando no poco tiempo, y mostrar en su totalidad esa gran clase que atesora. 

Hirschi un ciclista que enamora

Si hubo un corredor que enamoró en 2020, ese fue el suizo Marc Hirschi, un corredor todoterreno, infatigable, ambicioso y ofensivo que encandiló a todos los aficionados. Sus triunfos y su forma de actuar, sobre todo el Tour de Francia, fueron todo un ejemplo, todo lo contrario a la temporada pasada donde fue noticia más por temas de contratos y lesiones que por hechos deportivos. Como otro muchos abandonó el DSM (Sunweb entonces), por la rigurosidad que emplea el equipo neerlandés y los petrodólares del UAE. Por lo visto pasó de tener un contrato de 70.000 euros a otro de un millón de euros, lo cual, por sí solo, ya es un motivo justificable desde el punto de vista profesional. Además se encontró con un ambiente casi doméstico ya que se unió a corredores que conocía de categorías inferiores como Pogacar, McNulty, o Bjerg, pero también le surgió un problema que le era familiar, una lesión de cadera que no le permitía pedalear con comodidad. Sumando, a eso, la extracción de dos muelas de juicio y otras novedades que siempre conlleva un cambio de equipo, la temporada pasa se sumió en un anonimato total e inesperado, tanto es así, que éste invierno se ha tenido que operar para poder solucionar definitivamente los problemas de cadera, hecho que ha provocado un aplazamiento en su debut para la presente temporada. No es un comienzo muy halagüeño, pero nadie se atreve a retirar la confianza a un corredor que parece extraordinario. 

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