Más que una crono

El Angliru no ha deparado más que sufrimiento a la Vuelta a España. Es un puerto excesivo para los ataques, un ejercicio de equilibro que solo permite la supervivencia. No concede el más mínimo gozo a los protagonistas, sólo sufrimiento, no hay júbilo ni para el ganador, que tarda en recuperar el aliento y no le quedan fuerzas ni para celebrar la victoria. Es un abuso para el cuerpo, que se vacía con el simple, a veces titánico, esfuerzo de subirlo. Y en esta ocasión no ha sido, ni siquiera, agradecido en los tiempos. Carapaz (4º), que intentó sacar rédito del mal día de Roglic (5º), solo logró una ventaja de 10 segundos, una diferencia ridícula tras tanto esfuerzo. Es un resultado que no gusta al aficionado pero que alarga la expectación hasta el final. O hasta la crono, que es donde se decidirá todo. Es el sello de identidad del ciclismo moderno.

Carapaz dándolo todo en el Angliru

De poco han servido los cinco finales en alto y otros tantos puertos colocados estratégicamente en el recorrido con intención de hacer estallar el grupo de favoritos en mil pedazos. Carapaz y Roglic, a excepción del día de Formigal, donde el esloveno cometió un error táctico, llevan toda la carrera de la mano. Ni uno ni otro han logrado distanciarse más de 13 segundos entre ellos. Todo cambiará en el Mirador de Ézaro, que debería sentenciar la carrera y la debería hacerla en favor de Roglic, mucho más contrarelojista que todos los que tiene alrededor.

Roglic, llega vacío a la meta de Angliru

Además, para el esloveno será algo más que una crono, no solo esta en juego la victoria final, sino su futuro. Es una prueba de fuego para comprobar si ha logrado ahuyentar los fantasmas del pasado, cercano y lejano. Roglic lleva tres años sin acertar en la última crono de una vuelta grande, y las consecuencias han sido nefastas, sobre todo en el último Tour, donde echó por la borda todo el trabajo realizado magistralmente durante el resto de días. Hace dos años, perdió el podium del Tour en la crono de Espelette. El año pasado, en el Giro, tras haber ganado las dos primeras, solo fue 10º en la última crono. Sobre el Tour de este año, no meteremos más el dedo en la llaga. Pero para verificar que la herida ha sanado tendrá que ganar, o al menos sentenciar la carrera, en la crono de Èzaro. De lo contrario los fantasmas del fracaso permanecerán para siempre en su recuerdo. Y no creo que lo vaya a permitir.

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