La verdad

Al final se ha sabido la verdad. Dicen que uno puede mentir a una persona todo el rato, o a todo el mundo durante un momento. Pero es imposible hacerlo a todo el mundo durante todo el rato. Debe ser cierto. Le ha ocurrido a Lance Armstrong y le ocurrirá a todo aquel que pretenda seguir ocultando lo que fue el ciclismo de los 90.

El affaire Festina ofreció alguna pista de lo que se estaba viviendo en el ciclismo de la época. Digo pista porque afectó solo a dicho equipo o como mucho al ciclismo francés que se vio obligado a comenzar una revolución contra el dopage. Ahora parece que se ha despejado toda duda sobre el ciclismo que abarca más de una década.

Siempre he estado en contra de realizar cualquier tipo de acusación sin presentar prueba alguna, ejercicio que, desgraciadamente, ha sido costumbre en los últimos años. Pero cuando los propios protagonistas confiesan de primera mano y al unísono que se sometieron al sistema corrupto que existía en la época, no queda otro remedio que aceptarlo.

Las declaraciones de los corredores del US Postal corroboran aquellas realizadas por los ciclistas del Festina, las de Jesús Manzano, Bjarne Riis, Brian Holm, Rolf Aldag, Johan Museeuw, Erik Zabel, David Millar, Bernard Kohl y un largo etcétera que ya no tienen importancia. Algunos lo han hecho a título personal, otros se han referido al colectivo más cercano, pero las últimas se expanden a todo el pelotón.

Dada la situación Lance Armstrong no tiene escapatoria y las consecuencias traspasarán las fronteras de lo deportivo porque el US Postal estuvo financiado con dinero público y se puede dar por seguro que se verá envuelto en una espiral de juicios sin fin. Nunca es tarde para saber la verdad, pero este caso también tiene su dosis de hipocresía. Todos los confesos lo han hecho al final de su carrera deportiva cuando los castigos no supondrán perjuicio alguno porque además de ser simbólicos llegarán, en más de un caso, una vez retirados de la práctica deportiva.

Es totalmente injusto culpar sólo a Armsgrong de unas prácticas que como ha quedado demostrado eran la norma dentro de todo el pelotón. Es indigno y me causa rubor leer algunas declaraciones de protagonistas directos de la época exculpándose de su responsabilidad argumentando excusas que ya no tienen sentido. Todos los que pertenecían (pertenecíamos) al mundo del ciclismo en aquel periodo, tienen que asumir su parte de culpa con honestidad.

Considero que es una injusticia despojarle a Armstrong y al resto de corredores de los logros obtenidos. Primero porque no se ha cumplido el principio de la igualdad. Solo Armstrong ha sido sometido a esta ilógica persecución. Segundo, porque todos cumplieron con las normas establecidas, ninguno dio positivo, y tercero porque nada garantiza que una vez anulados sus puestos, los resultados sean más justos.

Lo único positivo que se puede sacar de esto es que tal y como han declarado los propios protagonistas, el ciclismo ha cambiado para bien en los últimos años y como ha dicho Jonathan Vaughters, manager del Garmin, ese pasado debe servir para decir alto y claro NUNCA MÁS.

2 opiniones en “La verdad”

  1. ¡Hombre, hipocresía¡ Para hipocresía la de Arsmtrong que ha quedado como el rey de los tramposos y el dopaje. Los demás a su lado son unas cenicientas. Vaya personaje el americano. Encima no le defendamos, por favor.

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