En una conversación que tuve hace un par de meses con Joxan Fernandez “Matxín” manager deportivo del Emirates, me aseguró que el desafio más factible para lograr un número de victorias que agradara al sponsor era la del esprint, porque simplemente había más oportunidades. Es un hecho. En todas las vueltas de una semana hay por lo menos tres destinadas a ello y en la grandes vueltas, un tercio, sino más, finalizan de esa forma.
El reto del año pasado del Emirates no fue nada fructífera. Ficharon a Aru para las grandes vueltas y fue un fiasco; Kritoff para la grandes clásicas del pavés y pasó totalmente desapercibido tanto el Tour de Flandes (16º), en la Gante-Wevelgen (25º) así como en la Roubaix (57º), los peores puestos que se le recuerdan. Bien es cierto que el gran noruego les ofreció la victoria al esprint en París, pero un bagaje total de 5 victorias para un esprinter, es muy pobre. Se le fichó para algo más. Tampoco Dan Martin estuvo sobresaliente. Ganó una etapa en la Dauphiné y otra en el Tour. Con su clase se podría esperar algo más. Diego Ulissi rinde a trompicones y Rui Costa estuvo lastrado por problemas físicos durante todo el año. Así las cosas el año se cerró con 13 victorias, uno de los peores del World Tour (14º)
Para este año la apuesta ha sido otra. Se ha fichado, sobre todo, a esprinters y otros corredores que se desenvuelven bien en esas tareas: Gaviria, Jasper Philipsen, Juan Sebastián Molano y el suizo Tom Bohli. La diferencia es clara, el año pasado a estas alturas el contador estaba a cero, ahora, ya tienen tres triunfos, que viene ser casi un cuarto de lo logrado en toda la campaña anterior. Y la cosa no pinta nada mal.
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