El Tour habla esloveno

Dicen que el 70 por ciento de los extranjeros que anualmente visitan la estación de esquí de Orcieres-Merlette procede de Bélgica, y aseguran que la razón, por extraña que parezca, es querer visitar in situ uno de los pocos escenarios en el que Eddy Merckx sufrió uno de las escasas humillaciones de toda su carrera. En 1971, Luis Ocaña escribió una de las grandes gestas del ciclismo, realizando la hazaña de aventajar al mito belga en casi nueve minutos tras una escapada en solitario de 60 kilómetros. Por la misma lógica habrá que concluir que en el futuro gran parte de los visitantes de Laruns procederán de Eslovenia, dado que en las dos últimas visitas que ha realizado el  Tour de Francia, los grandes protagonistas han sido ciclistas eslovenos, Roglic y Pogacar, los dos corredores que más reforzados salen de los Pirineos. 

Roglic, su primer amarillo

Roglic, aspirante al podium hace dos años, ganó la etapa escapándose bajando el Ausbique. En esta ocasión, sin embargo, ha sido su compatriota quién se le adelantó en el ultimo golpe de riñón, pero se hizo con el amarillo, convirtiéndose en el 19º corredor de la historia en vestir el maillot de líder en las tres grandes vueltas y haber ganado también, al menos, una etapa. Pero más que ese dato estadístico, Roglic ha dejado la sensación de ser el corredor más firme de todos los aspirantes, aunque hay algo que me desconcierta. Viendo su pedalada, corta y alegre, vivaz, coordinada y sin ninguna muestra de cansancio, podría decirse, que bien se hubiera podido exhibir algo más, o al menos mostrarse más contundente en las dos etapas pirenaicas, pero no lo ha hecho. Exceptuando el ataque de Pogacar en el Peyresourde, siempre ha sido el primero en responder a todos los envites sin dudar un ápice de lo que tenía que hacer, una señal inequívoca de poseer la suficiente fortaleza para salir indemne de cualquier situación. Pero tengo la sensación de que Roglic se ha camuflado en un corredor dócil, está actuando con mucha cautela, una decisión siempre inteligente en una vuelta de tres semanas. Sabe por experiencia que mantener un rendimiento óptimo durante tres semanas nunca es fácil, y menos este año en el que está quedando de manifiesto que la mayoría de los actores están teniendo serios problemas con la recuperación y no logran evitar rendimientos muy desiguales, algo desastroso cuando se trata de luchar por la general. Roglic, puede tener ciertos recelos de sufrir lo que les está ocurriendo a no pocos de sus adversarios, y parece que ha optado por el ahorro antes de decantarse por vaciarse, algo que no ocurrirá hasta que o bien lo pongan contra las cuerdas, o se vea exento de sufrir algún desfallecimiento. 

Pogacar amenaza con todo

Prudente y metódico, seguro que Roglic tiene muy presentes a una media docena de adversarios y  entre ellos, cómo no, a un adolescente imberbe, 21 años cuenta, y esloveno como él. Pogacar está fusionando como nadie dos características casi opuestas a su temprana edad, valentía y fortaleza. Es perfectamente comprensible que a los 21 años un corredor sea sinvergüenza y arrojado, a esa edad se disfrutan muchas ventajas que se van desvaneciendo con el paso del tiempo. Pogacar, no está preso de su pasado, no debe nada a nadie, no tiene nada que justificar, nadie que le presione y ve ante sí un camino abierto que lo está recorriendo con brillo. Pero que junto a esa osadía natural de la edad, tenga la fortaleza y la recuperación que está demostrando, le convierten en un actor muy peligroso para todos aquellos que sueñan con el podium. Por de pronto, está confirmando punto por punto  todo lo bueno que demostró el año pasado en la Vuelta a España, tres etapas y podium final, logro este último, que parece al alcance de su mano si logra mantenerse a ese nivel. 

Esa será la clave de las dos semanas restantes, la regularidad, una cualidad siempre alabada y ahora más necesaria que nunca por toda la inestabilidad generada por la Covid-19. Viendo lo que ha dado de sí esta primera semana, al Tour le quedan aún muchas aristas que pulir, muchos giros que enderezar y en el recorrido tendrán que cohabitar la intriga e incertidumbre que ofrece la carrera y la seguridad y estabilidad que pretenden y necesitan los corredores. 

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