Se acabaron los sueños

El Mont Ventoux siempre deja su impronta en el Tour de Francia. En esta ocasión fue un halo de esperanza para todos aquellos que creen que Tadej Pogacar no es imbatible. Evidentemente nada puede darse por zanjado hasta París como bien se encargó de demostrarlo el propio protagonista el año pasado. Pero también es cierto que las excepciones no puede derivar en teoría.   

Todo el mundo ha estado analizando qué es lo que le pudo pasar al líder del tour de Francia en la mítica subida al Mont Ventoux. Lo reconoció el propio protagonista: “he explotado”, declaró con sinceridad. Jonas Vingegaard, inconmensurable ese día, le hizo sobrepasar la zona roja y no tuvo más remedio que aflojar y adecuar el ritmo a sus fuerzas. ¿Pero cómo le pudo pasar algo así al mismo hombre que destrozó el pelotón camino de Le Grand Bornand?. Seguramente porque el rendimiento es algo muy complejo que tiene un sin fin de variables no siempre controlables. 

Momento en el que Vingegaard se va de Pogacar

Su entrenador actual, el doctor Iñigo San Millan, afirmó recientemente en la revista Business Insider que “la función mitocondrial de Pogacar le permite mejorar la eliminación del ácido láctico y de sacar un gran provecho a la utilización de la glucosa y los lípidos”. De momento, ha demostrado ser mejor en puertos de 30 minutos que en aquellos donde casi se dobla ese tiempo de ascensión. El año pasado seguramente su “peor” día en la montaña fue en la La Loze, un puerto que se ascendió en poco más de una hora de esfuerzo.

Pogacar rezagado en el Mont Ventoux

El calor pudo también afectar a su rendimiento. Según Miha Koncilija, su entrenador hasta los 19 años, para Pogacar es nefasto que haga tanto calor, porque, según indicaba su ex-entrenador, hasta los 20 años no ha estado habituado a esas temperaturas tan altas, y apuntaba a ese factor como el desencadenante del leve desfallecimiento del Mont Ventoux. Y quizás tampoco habría que desdeñar en este punto, la importancia de la recuperación, algo indispensable en vueltas de tres semanas y un valor casi inalcanzable a partir de media carrera. Desconozco el peso que pudo tener esa circunstancia en Pogacar pero es algo que ha quedado de manifiesto en otros muchos corredores. 

Greg Van Avermaet declaró en la segunda jornada de descanso, que la escapada que protagonizó junto con Roger Kluge en la sexta etapa le dejó tan vació que no se recuperó hasta después del primer día de descanso. Tras la extraordinaria cabalgada que realizó Ben O’Connor el día de Tignes, lo que le llevó a ganar 12 puestos en la General además de la etapa, a los dos días, el día del Ventoux, retrocedió tres puestos, sufriendo uno de los peores días del Tour. Guillame Martin, por su parte, hizo un perfecto ejercicio de boomerang en los Pirineos. En Quillan pasó del noveno puesto hasta el segundo gracias al tremendo esfuerzo por meterse en la escapada buena del día; al día siguiente, en Andorra, retrocedió hasta el mismo puesto.

Wout Van Aert estuvo estratosférico el día del Mont Ventoux, no así en Andorra, en la que se vio superado por corredores, a priori, con menos pedigrí. Todos estos ejemplos visualizan la tremenda dificultad de recuperar los esfuerzos realizados al límite, y es probable que Pogacar también pagara en cierta medida la desorbitada demostración que realizo en el Col de Romme y en La Colombiere. 

Todo bajo control

Sea como fuere, de cara a las etapas de los Pirineos parece estar completamente recuperado, tal y como se pudo comprobar en la etapa de Andorra, donde se manejo con una soltura insultante. Cierto que intentó destacarse en el durísimo puerto de Beixalis y no lo logró, pero en ningún momento dio la impresión de ir al límite, ni cuando atacó, ni cuando lo hicieron sus adversarios a los que metió en vereda con facilidad. 

Deduzco que por las declaraciones leídas en la jornada de descanso, casi nadie se permite ya siquiera soñar con desbancar a Pogacar del primer puesto, y hasta los más optimistas parecen centrados el objetivos más realistas como el podium, que visto lo visto no será nada desdeñable. 

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