Thibaut Pinot, el ciclista de cristal

Thibaut Pinot cerró la temporada siendo el corredor más en forma del pelotón, un hecho que confirmó ganando en exhibición Il Lombardia, su victoria más prestigiosa en un palmarés que, aunque no abundante, es de calidad con etapas en las tres grandes vueltas (2 en el Tour de Francia, otras dos en la Vuelta a España y una en el Giro de Italia) y en otras vueltas de prestigio como Romandía, Suiza, Dauphiné o el Tour de los Alpes. También conoce el pódium del Tour de Francia, honor que tuvo en 2014 a una edad bastante prematura (24 años), que, a veces, se convierte más en peligro que en una ventaja, y más siendo francés, porque conlleva una responsabilidad para la que no siempre se está preparado a esa edad.

Exhibición en Il Lombardia 2018

Pinot no parece llevarse bien con semejante compromiso. A diferencia de Bardet, con quien comparte generación y la cualidad de escalador, no se encuentra a gusto bajo el yugo del Tour, carrera que no ha priorizado más en un par de ocasiones. No parece haber sido una decisión equivocada, porque Pinot ofrece un abanico de carreras más amplio que su compatriota.

Pinot contra el crono

Aunque escalador puro, tiene una ligera tendencia a sorprender en las cronos como en aquella ocasión que ganó el Campeonato de Francia, o la vez que se impuso a todo un Tom Dumoulin en Romandía, ambas en 2016. Se da por hecho que cuenta con unas condiciones físicas naturales extraordinarias, todas medidas y pulidas por su hermano y entrenador Julien, pero muchas de sus actuaciones no son fáciles de analizarlas desde un punto de vista racional. Siempre hay algo fuera de control en él, y en mi opinión es porque es un corredor de cristal, se rompe con facilidad bien física o psicológicamente.

Caída de Pinot

En 2013, y tras haber ganado el año anterior, con 22 años, en el Tour de Francia una etapa en Porrentruy y haber finalizado décimo en la general, fracasó estrepitosamente en la misma carrera dejando una imagen en las bajadas indigna de un ciclista profesional. Oficialmente se debió a un temor incontrolable que le impedía seguir la rueda del pelotón en cada bajada, pero para mi no fue más que una excusa fácil pero inútil para ocultar un problema que era más físico que técnico como bien lo ha demostrado el tiempo y sobre todo el último Lombardía donde siguió sin pestañear a todo un Vincenzo Nibali que se tiraba a tumba abierta en los kilómetros finales.

Podium del Tour de Francia 2014

Tras el pódium del Tour de Francia en 2014, parecía dispuesto a asumir el destino  e intentar cumplir con el sueño de los franceses, pero ni en 2015 (ganó, eso sí, una etapa) ni en 2016 (se retiró muy debilitado por un virus) cumplió con los pronósticos, y abandonó la idea de dar preferencia al Tour de Francia, decantándose primero por el Giro de Italia, carrera que también le ha dado alegrías y grandes disgustos.

Pinot ayudado por sus compañeros camino de Cervinia

En su estreno del año pasado ganó una etapa y finalizó en cuarta posición, puesto que a punto estuvo de mejorar en la edición de este año, pero yendo tercero en la general se volvió a romper. En 24 horas pasó de ser uno de los más fuertes en la subida al temible Finestre, a arrastrase camino de Cervinia a donde llegó con un retraso de más de 45 minutos debido a fiebre y deshidratación que más tarde originó una neumonía que le tuvo en cama unos cuantos días y más de dos meses sin poder competir.

 

Lo que tampoco se le puede negar a Pinot es que además de ser un competidor nato, es capaz de renacer de sus cenizas cada vez que ha pisado el infierno, y ahí está el final de temporada que ha hecho: 2 etapas en la Vuelta a España, la Milán-Turín, e Il Lombardia. Es evidente que cada vez que se rompe, recompone todas las piezas para ofrecer aún más brillo por cada una de las caras que forman su figura de cristal.

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