Entiendo que no es fácil configurar el recorrido de una vuelta de tres semanas. Habrá muchos problemas, sin duda. Algunos serán de infraestructuras, otros de carreteras, otros de días de la semana, otro de falta de solicitudes de determinadas localidades y otros muchos que ahora no me vienen a la memoria.
Cualquier organizador de la carrera más insignificante intenta lo mejor para su prueba. Se afana por contentar a sus patrocinadores (sobre todo), a los aficionados, equipos, autoridades y, a veces, las menos, a los corredores. Teniendo en cuenta todo eso no es fácil hallar la formula mágica que contente o atraiga a todos. La Vuelta de este año es un ejemplo.
En la primera semana hubo dos cronos y numerosas llegadas al esprint que tuvieron cierto interés por aquello de ver la lucha entre los hombres más rápidos del pelotón. Aunque tanto atractivo como ello tuvo el comienzo en Holanda, lleno a rebosar de aficionados. El verdadero interés de la carrera se ha centrado en la segunda semana, donde estaban situados todos los finales en alto. Ahí ha terminado la carrera. No es que esté todo decidido, que aún hay tela que cortar, pero la tercera semana de esta Vuelta a España sobra. Todo se reduce a la crono de Toledo, donde se dictará la sentencia final.
Ayer y hoy el pelotón se ha tomado el día de fiesta y lo seguirá haciendo siempre y cuando no haya alguna etapa decisiva. Por tanto, creo que el recorrido de la Vuelta, aunque pueda entender sus razones, está tremendamente descompensado.
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