Igor Antón debe sacar una conclusión clara y positiva de su caída de ayer. Ha demostrado que puede ganar una Vuelta grande. Deberá, para ello, contar con un recorrido a favor como el de la presente Vuelta a España, con muchos finales en alto y poca crono, pero lo puede lograr. Eso sí, tiene que limar algunos defectos.
Considero que Igor Antón aún no tiene la madurez necesaria para afrontar con cierta tranquilidad lo que conlleva ser líder de una Vuelta. Ha habido momentos en los que le he visto excesivamente nervioso, sin sosiego, angustiado por encontrar un sitio cómodo en el pelotón. No hay lugar tranquilo en esa maraña de intenciones. La tranquilidad reside en el interior de cada uno, en la confianza para afrontar las situaciones más complicadas con la entereza de saberse el más fuerte. La declaración desde la cama del hospital diciendo que regresará más fuerte el año que viene demuestra que en este Vuelta ha tenido un aprendizaje rápido y forzoso de esa asignatura que parecía quedarle grande pero que comienza a dominar. Ahí está la semilla del futuro campeón.
El ciclista vizcaíno verá desde la cama al ganador de esta Vuelta a España. Quizás sea Joaquín Rodríguez, o a lo mejor Ezequiel Mosquera, aunque lo más probable es que lo gane Vincenzo Nibali,mucho mejor contrarrelojista que los dos anteriores. Pero Igor Antón debe saber que quién lo haga, no será más fuerte que él en esta carrera.
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