Todo el mundo habla del Astana. Es lógico. Llevan 8 victorias con seis corredores y el maillot celeste se distingue por doquier. Y, en estos casos, como es lógico también, no todo el mundo habla para bien. La sombra del ciclismo del pasado y el peso de sus protagonistas es demasiado larga y oscura para admirar de forma inocente los brillos actuales y como no podía ser de otra forma la desconfianza siempre está presente. Es el precio que hay que pagar, supongo.
Pero si profundizamos en el análisis de esos resultados, no resultan tan llamativos. Antes de nada, hay que decir que hay otros dos equipos con idéntico número de victorias con un amplio abanico de corredores. El Deceunick-Quick-Step también ha logrado ocho triunfos con cinco corredores, y otro tanto el Michelton-Scott.
Para rebajar las suspicacias en torno al Astana, nada mejor que mirar al pasado. En febrero del año pasado ya lograron seis triunfos entre otros tantos protagonistas. En 2016 los datos fueron, aun, mejores: 9 triunfos con cinco ciclistas. Y si analizamos uno por uno los hombres más en forma de este año, tampoco hay nada por lo que asombrarse. Alexey Lutsenko ya ganó el Tour de Omán el año pasado y en vista de sus dos victorias de etapa de este año, la diferencia en la general (18 segundos) y su estado de forma y confianza, no parece que nadie se lo vaya a arrebatar.
Miguel Ángel López, ganador de la Vuelta a Colombia, ya había ganado la etapa reina del Tour de Oman en 2018 y había sido segundo en la general. ¿De verdad que sorprende que un ciclista con 25 años, habiendo sido pódium del Giro de Italia y la Vuelta a España en 2018, su clase y progresión, haya ganado la vuelta de su país? Para mi no tiene nada de extraño.
El Tour de Oman de 2018 también nos ofrece un buen ejemplo para justificar el excelente momento de forma de Gorka Izagirre. El año pasado siendo corredor del Bahrein, ya había sido tercero y teniendo en cuenta que este año ha redoblado sus participaciones en el ciclo-cross para acelerar su condición física y presentarse, junto con su hermano Ion, a punto para la París-Niza, no creo que deba sorprender a nadie el haber ganado in extremis el Tour de Provence.
El comienzo de temporada de Luís León Sánchez está siendo un calco de 2018. Por tanto, ¿de qué se debe sospechar?. El año pasado, al igual que éste, ganó la Vuelta a Murcia (de un día en 2018) y también había sido segundo en Valencia, donde por cierto su compañero Jakob Fuglsang fue tercero.
¿Acaso no tiene credibilidad la victoria de Pello Bilbao en Murcia, cuando previamente había sido tercero en Valencia mejorando el séptimo puesto del año pasado? No olviden que tiene 28 años, está llegando a su madurez asentado firmemente sobre el 6º puesto del año pasado en el Giro de Italia o sus victorias de etapa del Tour de los Alpes o la Dauphiné.
Y, qué decir de la victoria de Ion Izagirre en la Vuelta a Valencia cuando se trata de uno de los mejores especialistas en pruebas de una semana (siempre que contengan una crono) y obsesionado este año con ganar la París-Niza. A mi lo único que me queda es aplaudir el planteamiento que han hecho para el comienzo de temporada y la propuesta ofensiva que están llevando a cabo allá donde participan.
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