Pletórico Alaphilippe

 

A la Milán-San Remo se le puede perdonar todo solo por agradecerle el chute de adrenalina que ofrece al final. No hay nada que se le parezca durante todo el año. El monumento italiano solo permite un guión, pero acepta todo tipo de ganadores, desde escaladores hasta esprinters, pasando, como no, por clasicómanos puros. No hay carrera que ofrezca tanto.

Imagen típica de la San Remo

Es la más fácil de terminar, pero al mismo tiempo, la más difícil de ganar porque nunca sabes qué puede ocurrir desde que se inicia el Poggio. Puede que alguien se escape en solitario como Nibali el año pasado. Se pueden destacar los más fuertes, pero jamás se puede asegurar que llegarán; hace dos años Kwiatkowski, Sagan, Alaphilippe, lo lograron, pero no este año. Y nunca se puede destacar la opción de los esprinters. Es una carrera que exige mucho de todo, y todo hay que hacerlo bien, como Julian Alaphilippe que ofreció con maestría una obra de arte .

El ciclista francés ya es una autoridad que nadie discute. Su progresión ha sido de tal calibre que merece ser estudiada con profundidad. Según su primo y entrenador Frank Alaphilippe no ha habido más trabajo físico que otros años, debido a que su parón invernal ha sido más prolongado (6 semanas) aseguró no haber tenido tiempo de realizar trabajo de intensidad. Se deduce por tanto que su crecimiento se debe más a su madurez natural y, sobre todo, a la fortaleza psicológica que adquirió el año pasado gracias a una temporada de ensueño en la que se curtió una personalidad infranqueable: Fleche Walone, 2 etapas del Tour y Montaña, otras dos en la Itzulia, otra en Dauphiné, Clásica San Sebastián, Vuelta a Gran Bretaña y etapa, Vuelta Eslovaquia y etapa, y una etapa den Colombia Oro y Paz. 12 victorias en total. Ahora no teme a nadie y no malgasta energías preocupándose de otros corredores, traza su camino, construye su propio ciclismo.

En el Tour 2018 ganó dos etapas y la montaña

Alaphilippe no quiere dormirse en los laureles, su ambición natural le obliga a ser extremadamente profesional y disfruta con ello. Después de la Vuelta a San Juan, donde ganó dos etapas, se fue a Colombia para además de disputar la carrera (ganó una etapa) a permanecer entrenado con su compañero de equipo Álvaro Hodeg, circunstancia que le permitió hacer entrenamiento en altitud sin las rigurosas exigencias de una concentración. El resultado no ha podido ser mejor: dos etapas en la Tirreno y las dos clásicas que ha disputado, la Strade Bianche y la Milán-San Remo, su primer monumento en el que ofreció un recital desde todos los puntos de vista. Ha sido el comienzo porque ahora quiere lanzarse hacía todos los monumentos excepto la Roubaix, que obviamente  no entra ni siquiera en sus sueños. Al resto no le hace ascos.

El primer punto importante de la victoria en Vía Roma vino por parte del equipo que apostó con firmeza por Alaphilippe abandonando el plan B que suponía Viviani. Nadie tuvo noticias del francés hasta el llano antes del Poggio y desde allí hasta su ataque a falta de 6,5 kilómetros para el final estuvo a rebufo de Stybar y Gilbert, que realizaron un trabajo fenomenal como antes lo hicieron el resto de integrantes del equipo.

Ataque en el Poggio
(Photo by Tim de Waele/Getty Images)

La habilidad con la gestionó la presión de ser el principal favorito también merece ser destacada. En esas situaciones es muy fácil cometer errores y siempre hay alguien dispuesto a aprovecharlas. Alaphilippe no se expuso en exceso, nada de exhibiciones innecesarias, memorizó su estrategia y la ejecuto con perfección, no estuvo a expensas de nadie, jugó con personalidad propia, siempre relajado y convencido.

En cuanto al esfuerzo físico reguló con destreza cada pedalada. Su primera apuesta era el ataque en el Poggio y lo hizo de forma brutal y prolongada lo que sirvió para seleccionar a los más fuertes, un club exclusivo lleno de Campeones del Mundo: Valverde, Sagan, y Kwiatkowski, y otros si tantos títulos pero grandísimos corredores. En cuanto se dio cuenta de que no iba a lograr su propósito de marcharse en solitario, no malgastó un solo gramo de fuerza. Pasó a la fase de recuperación e incluso en los movimientos que se produjeron en el llano (Matteo Trentin) se mantuvo en la retaguardia.

Alaphilippe celebra una obra de arte
(Photo by Tim de Waele/Getty Images)

Y para que no faltara de nada su lectura táctica en el sprint fue superior a la de sus adversarios, lo que supuso la última estocada antes de la victoria. En el momento justo del típico parón en el que nadie quiere coger la responsabilidad, Sagan, Trentin y Valverde estaban al frente del grupo ralentizando la velocidad enfrascados en la vigilancia mutua, y justo en ese momento comenzó la aceleración de Mohoric al que, atento como nadie, respondió sin pestañear Alaphilippe. Para cuando el resto se dio cuenta el francés ya estaba celebrando a brazos alzados su victoria más importante.

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